martes, 17 de abril de 2018

El viejo Balaidos

EL VIEJO BALAIDOS

Cada quince días jugaba el Celta en Balaídos, cada quince días el Celeste de las clásicas camisetas Umbro invadía la cuidad.
El domingo que el Celta jugaba en casa,  era un día especial.
Recuerdo a mis padres, mis tios, amigos de ellos. La vieja grada de Rio Alto.
Maraver, Zambrano, Pichi Lucas, recuerdo aquellos partidos de quinielas con papel calcante, el Sabadell, el Logroñés, el Sestao...
Recuerdo a los porteros, Maté, Villanueva,a la gente hablando de Fenoy(¡¡¡¡un portero que tiraba los penalties!!!!).Me gustaba mucho ya entonces fijarme en sus manías, en donde se colocaban, sus reacciones...




Como olvidarme de  las pipas Facundo, el bocadillo del descanso. Las discusiones entre aficionados.
No sonaba la Rianxeira, sonaba aquel tema de A Roda que yo  llamo, "Ó entrar en Balaídos", "Os que tiran almohadillas"  o  "Sempre andan dicindo", para mi el segundo himno del Celta.
Podría recordar muchos anuncios de negocios locales de Vigo, que se escuchaban directos de la vieja megafonía del estadio,  un famoso tren de lavados, un conocido Pub(que yo no sabia lo que era), o una bodega de vinos con nombre de Futbolista Vasco.


En la grada escuchaba. Nunca he sido de expresar emociones en el fútbol, porque siempre me ha gustado ver como fluyen las de los demás. Escuchaba hablar a mi padre y a mi tío, para mi lo sabían todo, porque llevaban años y años viendo fútbol. Los transistores sonaban, Jose María García era Dios.
Aquella gente no hablaba de los coches de los jugadores, ni de las novias, no hablaban del color de las botas, era único.
No hablaban de deudas, tampoco había críticas por si salian de noche, eran futbolistas, muchos aun se anudaban las botas a los tobillos. Las medias y los equipajes no transpiraban, pero eran emblemas, no se cambiaban sus diseños todas las temporadas, ni llevaban el nombre en las camisetas: Iban del 1 al 11, y la gente se sabia de carrerilla las alineaciones.Jugaban los de la cantera, con orgullo, Carlitos, Otero, el campo siempre impecable, la pista de atletismo de ceniza alrededor....

Recuerdo la salida de los jugadores, por la puerta de siempre, ganasen o perdiesen, los animasen o los quisiesen matar, recuerdo como los miraba, como alucinaba de verlos hablar con mis padres y mis tios, tuve la suerte de conocerles, de saber como  vivian, de querer ser futbolista. Porque aquello y siempre lo diré, es uno de los mejores recuerdos que me dejaron mis padres, llevarme cada quince días a Balaídos