martes, 21 de mayo de 2013

MI SOLEDAD BAJO LOS PALOS

                                          

Díficil es explicar, que es lo que  lleva a  alguien a  ponerse los guantes y hacer de  portero, pero lo imposible es explicar, qué es lo que lleva a esa persona a volver a ponerse los guantes y hacerse portero.
Me lo han preguntado mil veces, y mil veces he respondido con respuestas no del todo ciertas. Qué si en el colegio el portero jugaba todo el partido, que desde pequeño me fijaba en los porteros por la televisión y me gustaba, etc, etc. La verdad que es algo que no se explica, se siente, y se siente en la soledad bajo los palos, en el eco de la decepción  cuando te hacen gol, en el ruido del júbilo cuando volando llegas a un balón que va a la escuadra.
Para ser portero hay que estar muy loco.¡ No! Ya va siendo hora de que alguien se de cuenta de que son los más cuerdos, los mas cabales y maduros dentro de un campo.
Para ser portero hay que estar por encima del bien y del mal, hay que saber que un fallo tuyo es gol, y que un acierto tuyo, es tu trabajo. Qué un día de lluvia con las  manos entumecidas y los pies congelados, te pasarás el partido en la soledad de los palos, volviéndote egoísta y pidiendo que el rival ataque, que te hagan protagonista. Y después de 90 minutos, en los que no has tocado un balón, vendrán a ponerte a prueba, vendrán a pedirte que expliques porque un día te pusiste los guantes y te hiciste portero, y en una décima de segundo te irás a casa con el eco de la decepción o el ruido del júbilo.
Difícil  explicar porque me hice portero, pero lo volvería hacer una y mil veces.